En la mitología Griega el Hades es una tenebrosa región donde reina el dios Hades, portador del Yelmo de la Oscuridad y propietario de todas las riquezas subterráneas.
Hermes, el mensajero de los dioses, y dios de la Astucia, la Suerte y el Robo, escolta a los espíritus de los muertos hasta el Hades. Para entrar hay que cruzar el río Aqueronte, pero si los familiares no han colocado en la tumba una moneda para pagar al barquero, las almas quedan vagando para siempre en sus siniestras orillas.
Al recorrer las oscuras cavernas que hay después del río, los viajeros deben someterse a diversas pruebas: primero beber agua del río Lete, que les hace olvidar sus vidas en la Tierra, y después enfrentarse a Cerbero, el perro de tres cabezas, cuyas bocas rezuman negro veneno. Si no llevan tortas de cebada y miel para aplacarle, tendrán que pasar la eternidad a su merced.
Después tienen que comparecer ante los tres terribles jueces de los muertos, que decidirán su destino. Los que han cometido crímenes antinaturales son atormentados eternamente por las Erinias, hijas aladas de la Noche, cuyos cabellos son serpientes. Los otros pecadores son arrojados a los ríos del infortunio, de las lamentaciones y de las llamas. Los espíritus de los que no han sido ni buenos ni malos son enviados a vagar eternamente por llanuras desiertas, donde las únicas flores que crecen son lirios negros o asfódelos. Los únicos espíritus afortunados son los de los hombres y mujeres virtuosos, que van a los Campos Elíseos y pasan la eternidad en un perpetuo y alegre verano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario